Parece ser que Sant Jordi era un militar romano que se negó a cumplir un edicto del emperador según el cual debía perseguir a los cristianos y por ello fue martirizado y decapitado, el 23 de abril de 303. Poco tiempo después se le empezó a dar culto como santo y en seguida aparecieron historias ligadas a su persona.
Además de Catalunya, Aragón, Valencia y Baleares, Sant Jordi es el patrón de, entre otros, Inglaterra, Georgia, Etiopía, Bulgaria, Timbuctú o Portugal.
La versión de la leyenda que aprendemos de pequeños en Cataluña, dice que en Montblanc vivía un dragón terrible que aterrorizaba y atormentaba a la población y al ganado. Para mantenerlo saciado, se le ofrecía a una persona escogida por sorteo de entre el pueblo.
Un día le tocó a la hija del rey, que hubiese muerto de no ser por la aparición de un galante caballero con armadura y caballo blanco, que se enfrentó al dragón y lo mató. La tradición añade que de la sangre del dragón nació un rosal de flores rojas; el caballero cortó la más bella y se la ofreció a la recién rescatada princesa.
En este acto galante reside el origen de la costumbre catalana de
que cada 23 de abril los hombres regalen rosas a las mujeres,
como si de un caballero y una princesa se trataran.
No se sabe con certeza cuándo se empezaron a regalar rosas el día de Sant Jordi. Hay constancia de que en la Barcelona del siglo XV, era costumbre entre la nobleza acudir a misa a la Capilla de Sant Jordi, en el Palacio de la Generalitat, y de que en esa misma plaza se celebraba la Fira de roses (Feria de rosas), una vieja fiesta en la que los hombres regalaban rosas como prueba de amor, un antecedente del actual San Valentín.
Probablemente el origen de la Fira esté en las ofrendas florales que los romanos hacían en mayo, con ocasión de los fastos de la diosa Flora. La rosa roja simboliza la pasión, y la espiga que a veces la acompaña, la fertilidad.
Aunque la fiesta actual mantiene estas dos tradiciones: regalar la rosa y visitar la capilla de Sant Jordi, también ha ido añadiendo más elementos, como el del día del libro. Según parece, la idea fue del escritor valenciano Vicent Clavel Andrés, que lo propuso a la Cámara Oficial del Libro de Barcelona y se celebró por primera vez el 7 de octubre de 1926. Sin embargo, en 1930, se cambió la fecha al 23 de abril, para conmemorar que ese mismo día pero del año 1616, murieron los escritores Miguel de Cervantes y William Shakespeare.
El 15 de noviembre de 1995, la fiesta del 23 de abril fue declarada por la UNESCO Día Mundial del Libro y los Derechos de Autor.
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