Aula Z Lengua castellana y Literatura 4º ESO

CONTEXTO HISTÓRICO-SOCIAL DEL SIGLO XIX

El siglo XIX constituye una etapa especialmente agitada de la historia europea, caracterizada por graves tensiones sociales, agitación política y grandes transformacionesen todos los órdenes.La Revolución francesa (1789) provocó una profunda crisis que supuso la paulatina desaparición del Antiguo Régimen.

Distinguiremos dos partes: hasta 1850 y hasta final de siglo.

La primera mitad de siglo:

  1. La economía está marcada por la revolución industrial, que iniciada a fines del siglo XVIII, se extiende a diversos países. Con el desarrollo del "maquinismo", surgen las grandes industrias y crece el proletariado. La consolidación del capitalismo industrial resume la estructura económica y explica las tensiones sociales.
  2. En lo social, la vieja sociedad estamental es sustituida por una sociedad de clases: la posición que un hombre ocupa en la sociedad ya no depende del nacimiento o de la tradición, sino de su situación económica. A mayor poder económico, mayor poder político. Así, la nobleza (salvo en ciertos países) es desplazada por la burguesía, que se convierte en la nueva clase dominante: la Revolución Francesa (1789) supuso el acceso de la burguesía al poder político en Francia; y las revoluciones europeas de 1830 y 1848, de carácter liberal, consolidarán su posición social. Pero, a la vez, el proletariado irá cobrando conciencia de su fuerza, canalizada por las doctrinas socialistas.
  3. La política es fiel reflejo de las tensiones sociales. Napoleón pretendió consolidar ciertas adquisiciones de la Revolución (aunque también la frenó) y extenderlas por toda Europa. Esto provocó una evidente reacción y, tras su derrota, se producen en toda Europa intentos de contrarrevolución, para restaurar el Antiguo Régimen. Sin embargo, la fuerza económica y social de la burguesía es creciente. Y de esa tensión entre la dinámica liberal burguesa y la reacción absolutista surgirán los movimientos revolucionarios de 1830 y 1848. Aunque sus resultados son diversos según los países, la burguesía consolidará su poder. Pero, a la vez, dará un giro hacia posiciones más conservadoras, inquieta por el radicalismo del la revolución de 1848, en la que ya se sintió amenazada por las masas obreras. Tal evolución de la burguesía tendrá su paralelismo en el paso del Romanticismo al Realismo.
  4. Paralelamente, se desarrollan los nacionalismos. Este proceso de debe, por una parte, a complejos intereses económicos; pero, por otra fue atizado por las ocupaciones napoleónicas, que desarrollaron en los pueblos el sentimiento de sus peculiaridades históricas, culturales, lingüísticas, etc. De ahí, la independencia de Grecia (1822), de Bélgica (1830) y en la segunda mitad de siglo las unificaciones de Alemania e Italia. La exaltación de lo nacional será parte importante del pensamiento y de la literatura del Romanticismo

La segunda mitad de siglo:

La Europa de la segunda mitad del XIX se caracteriza por

  1. un rápido crecimiento demográfico, sobre todo en las ciudades, donde se instalan las grandes industrias. Las condiciones ínfimas de trabajo dan lugar a graves convulsiones sociales y a la aparición del proletariado que, más tarde, se enfrentará a la burguesía para defender sus derechos.
  2. la expansión económica centrada en el avance de la industrialización, por la intensificación del comercio y por un notable progreso científico.
  3. Todo ello está presidido por la burguesía, la cual deriva hacia posiciones conservadoras, por la necesidad de defender sus nuevos privilegios frente a las crecientes presiones del proletariado. La clase obrera se organiza: en 1864 se constituye la Primera Internacional (o Asociación Internacional de Trabajadores), inspirada por Marx. Los movimientos revolucionarios de inspiración diversa (socialdemócrata, comunista, anarquista) van en aumento.
  4. Esta tensión social explica la aparición de gobiernos autoritarios de inspiración conservadora. Los ejemplos más característicos son Napoleón III en Francia (o Segundo Imperio, 1852-1870) y en Prusia el gobierno de Bismarck, artífice de la unidad alemana; en Inglaterra, el largo periodo de la reina Victoria (1837-1901) tiene un marcado signo conservador. Estas grandes potencias se caracterizan por su colonialismo imperialista, que responde a la dinámica de la burguesía capitalista (necesidad de materias primas y de mercado).

Así pues, la burguesía marca, con sus intereses y su idea de vida, el ambiente de la época. Es la clase dominante y deriva hacia posiciones conservadoras, aunque a nivel ideológico, de sus filas sale el Liberalismo, de signo progresista, más intransigente, o de signo moderado, propio, éste último, de la burguesía más consolidada.

La ciencia progresa extraordinariamente, sobre la física, medicina, y biología. En la segunda mitad del siglo crece el interés por las ciencias sociales: sociología y psicología.

El XIX en España.

En España, el siglo XIX se abre con la guerra de la Independencia y termina con el desastre del 98. Se distinguen las siguientes etapas:

  1. La guerra de la Independencia (1808-1814). Fue provocada por la invasión napoleónica que puso la corona en manos de José Bonaparte, hermano de Napoleón; los ilustrados se dividieron entre los que apoyaban a José I (afrancesados) y quienes se opusieron. Durante la guerra, un grupo de liberales refugiados en Cádiz elaboró y promulgó la primera Constitución (1812). En ella se consagraba la soberanía nacional y la división de poderes, en un intento de recortar el poder absoluto de los reyes.
  2. El reinado de Fernando VII (1814-1833). Se abre con seis años de rígido absolutismo, (abolió la Constitución), sigue con un trienio liberal (impuesto por el levantamiento de Riego, 1820) y termina con una nueva etapa absolutista. La actuación del rey volvió a dividir el país entre dos bandos: los absolutistas (partidarios del Antiguo Régimen) y los liberales (defensores del sistema constitucional), que fueron perseguidos por el rey; se exiliaron a Portugal o a Inglaterra, donde entraron en contacto con la ideología romántica. Comienza el proceso de independencia de los países americanos, que se irá consumando a lo largo del siglo. Durante el reinado de Fernando VII se produce un gran retroceso cultural debido al exilio de los intelectuales, al poder de la censura, al cierre de las Universidad (y abertura de escuelas de tauromaquia).
  3. El reinado de Isabel II (1833-1868). Estalla la primera guerra carlista entre la hija de Fernando VII y el hermano de éste, el infante Carlos; los liberales apoyaron a la reina, mientras los absolutistas al pretendiente. A esta guerra, le siguieron diversas tensiones políticas que acabarán con el destronamiento de la reina por la revolución de 1868 (la "Gloriosa"), mandada por militares progresistas y cuyo máximo logro fue la promulgación de una nueva Constitución (1868), en la que se recogían amplias libertades (de expresión, de enseñanza, de asociación, de culto, etc.)
  4. Un paréntesis en que se intentan diversas soluciones políticas: la regencia del general Serrano (1869-1870) y el reinado de Amadeo I de Saboya (1871-1873), una primera República (1873-1874), que en once meses tuvo cuatro presidentes. Después de la Gloriosa no se acertó a encontrar una fórmula de gobierno estable y provocó una fuerte reacción del tradicionalismo más furibundo (una nueva guerra carlista, la tercera).
  5. La Restauración de la monarquía, con Alfonso XII (1875-1885), hijo de Isabel II. Con ella volvieron los "partidos dinásticos": conservadores y progresistas. Cánovas, jefe del partido conservador, diseñó un sistema político basado en la alternancia de conservadores y liberales en el poder, que se mantuvo vigente hasta ya entrado el siglo XX. Muerto el rey, su esposa, doña María Cristina asume la regencia hasta la mayoría de Alfonso XIII (1902). En 1898, y en guerra con los Estados Unidos, se pierden las últimas colonias (Cuba y Filipinas).

En conjunto el siglo XIX está marcado por la decadencia (liquidación del imperio), por los enfrentamientos ideológicos y los conflictos sociales.

  1. Con la invasión napoleónica y la consiguiente la guerra de la Independencia, las ideas progresistas se consolidaron paulatinamente; la separación de poderes, la soberanía nacional, la igualdad ante la ley y sobre todo el concepto de libertad, concretada en la libertad de opinión, de expresión, de imprenta y de reunión, pasaron a ser derechos ampliamente reivindicados, que después del reinado de Fernando VII, fueron afianzándose.
  2. Las tensiones políticas fueron enormes, primero, entre absolutistas y liberales y luego, conservadores y progresistas, defendiendo en grado diverso los primeros los antiguos privilegios, y pretendiendo abolirlos los segundos. Por otra parte aparecen las reivindicaciones obreras con movimientos revolucionarios (de signo socialista y anarquista). España ofrece el espectáculo de un país inmaduro que trata de asimilar, con demasiada agresividad, doctrinas políticas, sociales y culturales que se han gestado fuera de ella, pero que son imprescindibles para el progreso; de igual manera que se defienden las del Antiguo Régimen.
  3. El laicismo se abre paso, y goza de gran influjo la masonería. El catolicismo se defiende frente a librepensadores (los que afirmaban la libertad de la ciencia y del pensamiento, así como su independencia respecto de toda creencia religiosa) y otras doctrinas adversas. Además, el apoyo de la Iglesia a la causa absolutista y la desamortización de Mendizábal (1836-1837) dañaron la imagen del clero.
  4. El censo de 1855 arroja un total de quince millones de habitantes que pasan a diecinueve en 1911. El 65% de la población es rural, que paulatinamente se va desplazando hacia las ciudades (proletariado). Penetran ciertos adelantos (ferrocarril, telégrafo, alumbrado eléctrico..) y se realizan esfuerzos de industrialización, pero es incomparable con el avance de otros países europeos. Sin embargo, el desarrollo de la economía no corre a la par con el demográfico, lo que conduce al aumento de unas masas depauperadas, tanto en el campo como en las grandes ciudades.
  5. La burguesía terrateniente, industrial y financiera pasa a ocupar el lugar más privilegiado de la escala social, pues la desaparición del Antiguo Régimen a partir de 1837 tuvo como consecuencia inmediata un ascenso creciente de la burguesía. Sin embargo, la fuerza de los sectores tradicionalistas sigue presente, siendo su expresión extrema el carlismo. Pero, a su vez, la burguesía liberal se halla escindida entre moderados y exaltados (o conservadores y progresistas). A su izquierda aparecen demócratas y republicanos de diversos matices. Las fuerzas obreras se organizan; tras los influjos del socialismo utópico, penetran hacia 1868 las corrientes marxista y anarquista. En 1879, Pablo Iglesias funda el PSOE.
  6. La instrucción pública es ínfima. La ley Moyano (1857) impone la escolaridad obligatoria entre los seis y los nueve años. Pero, veinte años después, tres de cada cuatro españoles seguían siendo analfabetos; aún en 1901, el 63% de la población no sabía ni leer ni escribir.
  7. El desastre del 98 será un golpe decisivo para que el país cobre conciencia de su postración.
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