En
sentido
amplio, se denomina publicidad
al conjunto de mecanismos y actividades que se utilizan para vender un
producto o un servicio, o para difundir una idea.
Se trata de actividades comunicativas muy variadas que, aunque comparten unos mismo recursos a la hora de elaborar sus mensajes, son diferentes en cuanto al fin que persiguen, por lo que se distinguen tres tipos de publicidad:
Las tres persiguen una misma finalidad: influir en el comportamiento del receptor, modificando su conducta de forma que actúe o piense de una determinada manera.
Por tanto, las funciones del
lenguaje en las que se sustenta la publicidad son:
Un ministerio, ayuntamiento o instituto público –como una empresa o,
incluso, una ONG– pueden utilizar la publicidad para tres fines
básicos: sociales, comerciales o de imagen.
Campañas que promueven causas sociales, como las que tratan de informar, educar o persuadir al receptor de la necesidad de: protegerse de alguna enfermedad (por ejemplo, el sida), abandonar algún hábito de consecuencias negativas para la salud (como la adicción a las drogas), adquirir hábitos saludables (vacunación, alimentación sana, deporte, protección solar, etc.) o colaborar en la mejora de la calidad de vida (civismo, ahorro, conducción prudente, etc.).
Campañas de llamada a la ciudadanía para evitar el fraude impositivo, promover el voto o informar sobre la labor realizada por un ministerio - (imagen)-.
Campañas estrictamente comerciales, como los anuncios de la Lotería del Estado o la publicidad turística.
Pero en el contexto actual, caracterizado por la mezcla y confusión
de fines y causas, algunas empresas se convierten en lo que podríamos
llamar anunciantes sociales (Nissan,
para evitar la conducción de
vehículos en estado de ebriedad, Telecinco
con la campaña «Doce meses
doce causas», etc.). A la vez, instituciones de naturaleza
social o no
lucrativa, realizan campañas publicitarias puramente de imagen
(Intermon Oxfam con su campaña
IO, Manos Unidas conmemorando
su 40
aniverario, etc.).
La propaganda es la
difusión de ideas políticas,
filosóficas, morales, sociales o religiosas, es decir comunicación
ideológica o valores culturales. Informa a la población,
genera conciencia y modifica conductas;
es decir, la propaganda tiene como objetivo manipular ideológicamente
al individuo, mientras que el de la publicidad es estrictamente
comercial.
Ambas utilizan los mismos medios: carteles, vallas, prensa, radio, cine, televisión, páginas web, correo electrónico, mensajes de teléfonos móviles, buzoneo y cuantos medios tienen a su alcance para hacernos llegar sus mensajes publicitarios.
(El Tío Sam, imagen usada por los Estados
Unidos para reclutar
soldados.)
La publicidad es una forma de comunicación comercial que intenta incrementar el consumo de un producto o servicio a través de diversos canales, destacando especialmente los medios de comunicación. Así pues, es un tipo de comunicación al servicio del marketing
El marketing -anglicismo
que en
castellano se traduce como mercadotecnia- es una disciplina
dedicada al análisis del comportamiento de los mercados
y de los consumidores. El marketing analiza la gestión
comercial de las empresas con el objetivo de captar, retener y
fidelizar a los clientes. Los especialistas en marketing suelen
centrar sus actividades en el
conjunto de las cuatro p: Producto, Precio, Plaza
(distribución) y Publicidad
Por tanto, marketing, comunicación y publicidad van de la mano y responden a la idea de de ofrecer “el producto oportuno, en el momento oportuno, al cliente oportuno, con el argumento oportuno”. (Luis Bassat)
Los productos que se publicitan ni son todos iguales ni van dirigidos al mismo segmento de población, ni se venden en los mismos lugares, por lo que se clasifican en grupos dependiendo de sus características y de cómo son adquiridos por el consumidor:
Además de los típicos anuncios, hay otras formas de publicidad de las que a veces no somos conscientes, por lo que resultan mucho más manipulativas; a saber: