El género dramático, también llamado dramática,
es
el género teatral.
La palabra dramático deriva de “drama” y
este término procede de la palabra griega que significa 'hacer',
por esa razón se asocia normalmente a la idea de acción. El adjetivo dramático
es el nombre genérico de toda creación literaria en la que un artista
llamado dramaturgo
concibe y desarrolla un acontecimiento dentro de un espacio y tiempos
determinados.
Características del género:
Las obras teatrales
están concebidas para ser
representadas, y la lectura no es más que un ejercicio
incompleto, ya que hemos de prescindir de elementos tales como la
música, la iluminación, el movimiento de los actores...
Se combinan dos
códigos a la vez: el verbal –el texto dramático-,
y
otros no verbales, normalmente audiovisuales –los decorados, la
iluminación, el sonido, el maquillaje, el vestuario, etc-.
Debe captar
la
atención del público durante
toda
la representación. El recurso fundamental para conseguirlo consiste en
establecer, cada cierto tiempo, un momento culminante o clímax que vaya
encaminando la historia hacia el desenlace.
Como no hay ni
narración ni descripción, el autor tiene que
contar una historia a través de la acción, la cual se
construye
mediante el diálogo.
Tiempo, espacio y acción: la regla de las tres unidades.
Aristóteles, un preceptista del siglo IV a. C.,
estableció en su Poética unas sencillas técnicas que ayudaban
a evitar los saltos espacio-temporales:
se trata de la regla de las
tres unidades, según la
cual la acción de
una obra dramática solo se podrá desarrollar en un día (unidad de
tiempo), en un único espacio (unidad
de lugar) y con un solo hilo argumental, sin acciones secundarias
(unidad de acción). Esta regla se mantendrá hasta el siglo XIX,
cuando los románticos prescindan de las
tres unidades, entre otros elementos.
El tiempo.
En una obra de teatro se distinguen tres
tipos de tiempo:
El tiempo de la representación, es decir, lo que
dura
la obra teatral (dos o tres horas, habitualmente).
El tiempo de la acción, que puede durar lo mismo
que la representación, o más, con lo que los
personajes deberán hacer referencia al tiempo que transcurre que no ve
el espectador.
El tiempo aludido, el que mencionan los
personajes pero no ve el espectador.
Normalmente, si se produce algún salto
temporal, éste estará situado entre dos actos, y
serán los personajes los encargados de informar, mediante sus palabras,
del tiempo que ha
transcurrido con respecto al acto anterior.
El espacio.
El espacio es el lugar o lugares en los
que se desarrolla la acción dramática y esos lugares tienen que ser
vistos por el espectador en la representación
teatral; de ahí que en las obras dramáticas, a diferencia de las
narrativas, no haya multitud de espacios, pues suponen un cambio de
decorados,
lo cual tradicionalmente ha resultado complicado, si bien es cierto que
la tecnología actual hace posible cambios que cincuenta años antes
habrían sido imposibles.
Normalmente, los cambios de espacio,
sobre todo si implican cambio de decorado, se producen al cambiar de
acto, pero puede ser que se produzcan dentro de un mismo acto; en este
caso hablamos de cuadros, con lo que
dentro de un acto puede haber distintos cuadros según los espacios que
aparezcan.
El dramaturgo indica en las acotaciones
los cambios de cuadros,
señalando cuáles son los elementos que constituyen el espacio físico,
es decir, si la acción transcurre en una habitación, en el comedor, en
un patio, etc.
La acción.
Más arriba ya hemos dicho que la acción
es la historia que se desarrolla ante los ojos del
público, mediante la interpretación de unos actores.
Si en una novela puede resultar
relativamente fácil diversos hilos o tramas argumentales que discurren
de forma paralela o bien se entrelazan, en el teatro esto es más
difícil, debido, una vez más, a la representación. Sin embargo, puede
darse más de una acción; de hecho el teatro español del Siglo de Oro se
caracteriza, precisamente, por este rasgo, y a partir del siglo XIX
será corriente.
LOS SUBGÉNEROS DRAMÁTICOS
Los subgéneros teatrales mayores
Son aquellos que engloban las obras dramáticas más extensas (de 3 o
5 actos de duración) y, por consiguiente, más relevantes en la historia
de la literatura. En este grupo podemos distinguir entre:
A) Tragedia:
Los personajes (generalmente nobles, reyes o
príncipes)
tratan de luchar contra el destino para hacer realidad sus deseos,
fracasando al final en su empeño y perdiendo la vida en el intento. Es
decir, el desenlace o final de una tragedia siempre será desgraciado,
de modo que se consiga conmover al espectador y hacerle pensar o
reflexionar.
B) Comedia:
Se caracteriza por
presentar multitud de escenas divertidas, humorísticas y hasta
ridículas (utilizando para ello expresiones coloquiales, insultos,
juegos de palabras, dobles sentidos...), con el objetivo de divertir y
hacer reír al espectador, a la par que se le educa, caricaturizando los
vicios y los pecados de la sociedad.
Los personajes, a pesar de los
muchos enredos y malentendidos por los que atraviesan, van a conocer,
en esta ocasión, un final feliz.
C) Drama o tragicomedia:
Mezcla lo trágico con lo cómico. Los
dramas pueden ser de dos tipos, a saber, o los personajes sufren un
desenlace desgraciado después de presentarnos una historia que, casi
hasta el final, estaba siendo divertida (Tartufo); o los personajes
logran, en el último instante y cuando todo parecía perdido, su
objetivo, su recompensa (Don Juan Tenorio).
Los subgéneros teatrales menores
Duran
apenas un acto y, por lo general, se representaban en los descansos
(entreactos) de las obras mayores para mantener entretenido al público
con una historia cómica. Cuatro son los subgéneros menores que vamos a
estudiar y trabajar con mayor profundidad a lo largo de este trimestre.
Veamos a ver sus rasgos principales:
1) El auto sacramental:
Es el subgénero menor más antiguo de todos. Surge en la Edad
Media y sus metas eran difundir la fe y moral cristianas y dar a
conocer episodios de la Biblia al pueblo, que no sabía leer y, por
tanto, no podía acceder a las Escrituras. Se representaba en fechas
señaladas, como el Corpus Christi o Navidad, ya fuera en las iglesias o
las plazas de las ciudades y pueblos. El más significativo y antiguo
que se conserva en castellano es el Auto de los Reyes Magos, que narra
cómo los tres Reyes se encuentran en su camino para adorar al niño
Jesús recién nacido:
Aquí tenéis otra versión, un poco más curiosa:
2) Los pasos.
Ya en la Edad Moderna, en la época de esplendor de España (el
Siglo de Oro), la pasión por el teatro se extendió por todas partes. La
gente acudía a los teatros (olvidados en la Edad Media, renacidos
ahora) para entretenerse durante varias horas. Y no solo disfrutaba de
una única obra (como sucede ahora), sino que, en los entreactos (el
descanso entre un acto y otro de una tragedia, comedia o drama), se
divertían con breves piezas cómicas ambientadas en la vida cotidiana.
La trama de dichas piezas, que se escribían con un lenguaje muy
expresivo y exagerado (para hacerla todavía más divertida), era
bastante simple y solía girar en torno a un engaño a alguien muy
ingenuo. Dichas piezas se llamaban pasos, siendo su principal exponente
el sevillano Lope de Rueda, autor de, entre otras, El rufián cobarde
(donde los intentos de un cobarde por hacerse el valiente no llegarán a
buen puerto) o Cornudo y contento:
3) El entremés:
Junto a los pasos, también destacaban los entremeses, que son muy
parecidos. No en vano, también eran piezas cómicas breves que se
representaban en los entreactos. Sin embargo, mientras que el paso nos
contaba cómo le tomaban el pelo a un ingenuo, el entremés critica con
humor a la sociedad y los defectos del ser humano. Por ejemplo, en El
viejo celoso, se burlan de los celos y cómo estos pueden traer más
males que beneficios a una pareja (así como de los matrimonios de
conveniencia entre hombres mayores y mujeres jóvenes, muy habituales en
aquella época):
En El retablo de las maravillas,
se critica la obsesión de la sociedad española de aquella época por la
pureza de sangre (esto es, tener orígenes cristianos y con padres
legítimos), de la cual se aprovechan unos artistas ambulantes:
Ambos
pertenecen a Miguel de Cervantes, autor de un sinfín más de
entremeses, como El juez de los divorcios (critica a los matrimonios,
los soldados...), La Cueva de Salamanca...
4) Los sainetes:
Esta tradición humorística sería recogida en el siglo XVIII por
los sainetes, los cuales, al igual que los anteriores, eran breves y
cómicos. Su rasgo particular, que lo diferencia de los demás subgéneros
menores, es el costumbrismo; es decir, el hecho de que sus historias
reflejaban las formas de hablar y comportarse de regiones muy concretas
de España (Andalucía, Castilla, Valencia...). El mejor ejemplo lo
tenemos en La pitanza, sainete de los hermanos sevillanos Álvarez
Quintero, en el que se aprecian claramente el modo de hablar de los
hispalenses:
4) Las farsas:
son piezas cómicas breves de carácter cómico y satírico, en
especial aquella que satiriza los aspectos ridículos y grotescos de
ciertos comportamientos humanos.
Rridiculizan
situaciones que socialmente se aceptan, pero la farsa, a través de
ironías y burlas, se propone exponer los vicios que las mismas
implican; esto último se suma a su misión de entretener y divertir al
público.