Aula Z Lengua castellana y Literatura 2º ESO

historia de la literatura

No hay una definición universalmente admitida del concepto “literatura” y, de hecho, ha variado a lo largo de la historia. En lo único que todo el mundo está de acuerdo es en que el término procede del latín “littera”, es decir letra; por tanto la literatura es “el arte de la letras”, esto es, “el arte de las palabras”.

La literatura occidental es el conjunto de todos los textos que se han oído o escrito a lo largo de unos veintiocho siglos: desde Homero y la Biblia hasta el presente. En este conjunto se incluye también la tradición folclórica (popular y oral), como cuentos, leyendas y canciones. Y a ella hay que añadir otras literaturas no occidentales que han sido y son conocidas y han influido en distintos momentos de la historia occidental, como por ejemplo, la tradición oriental (persa, india o árabe) en la Edad Media, o la literatura japonesa en el siglo XIX, o la asiática en la actualidad.

El conjunto de tradiciones constituye la literatura y, en el caso de la occidental, grosso modo, puede afirmarse que está formada por la conjunción de:

Así pues, cada obra literaria se inserta en una tradición, formada  por temas, estilos, tópicos, figuras retóricas, etc. Parte de esa tradición son los géneros literarios o modelos teóricos (los que procedían de la Poética) y prácticos (los que habían escrito otros autores precedentes y coetáneos).

Pero para que tengamos literatura es necesario primero que exista la lengua.

Fuente: http://es.wikipedia.org/

Entre los siglos V y XII se inicia y se desarrolla el proceso de formación de las lenguas derivadas del latín, llamadas lenguas romances. En el año 813 (siglo IX), en el Concilio de Tours, se recomienda que estas lenguas, denominadas entonces romance o lengua vulgar, sean usadas en las homilias puesto que los feligreses ya no entienden el latín.

Tal como se aprecia en el mapa de la izquierda, el latín peninsular se fragmento en el norte en seis dialectos: gallego-portugués, astur-leonés, castellano, navarro-aragonés y catalán; más el mozárabe en el Al-Andalus.

La suerte de esos primitivos dialectos no fue igual: unos se extendieron territorialmente, evolucionaron y recibieron un cultivo literario importante (gallego-portugués, castellano y catalán); otros quedaron cortados en su expansión hacia el sur, fueron cohibidos por la pujanza de sus vecinos y quedaron, al fin, absorbidos en buena parte por ellos (astur-leonés y navarro-aragonés).

Y el mozárabe fue despareciendo a medida que sus hablantes, al avanzar sobre sus tierras la Reconquista, eran incorporados a los reinos cristianos del Norte y adoptaban la lengua de éstos, que eran otros romances no muy distintos del que ellos mismos hablaban.

En el caso del castellano hay que mencionar que era el dialecto hablado en unos valles del noroeste de Burgos, lindantes con la región cántabra y vasca, situados en la frontera del reino de León.

Paralelo al aumento de la preponderancia político-militar de Castilla corre la historia del castellano. A medida que la Reconquista avanza, va absorbiendo los dialectos vecinos, pero a la vez, incorpora de éstos abundantes elementos. Esto debió ocurrir sobre todo con el mozárabe, que fue seguramente la principal vía de penetración de uno de los ingredientes más característicos del castellano: los arabismos (un 10% de su léxico actual, y en épocas anteriores fue mayor).

Sin embargo, hasta el siglo X no tenemos los primeros vestigios de producción escrita en estas lenguas, como los Cartularios de Valpuesta (IX) y Las glosas emilianenses y silenses (XI) para el castellano, o las Homilies d'Organyà (XI-XII), para el catalán. Los textos literarios, más antiguos de Europa, escritos en un dialecto romance -el mozárabe- son las jarchas (finales del X).

Glosas Emilianenses y Silenses

Las glosas son las anotaciones aclaratorias en los márgenes de unos textos latinos escritas por alguien que encontraba dificultades en la comprensión de algunas expresiones. Se conocen dos conjuntos de glosas: las  Emilianense y las Silenses.

Las Glosas Emilianenses son de principios del siglo XI (sobre 1.025), están anotadas en tres lenguas -latín, romance y euskara medieval- y reciben el nombre del lugar en que fueron halladas: el Monasterio de San Millán -o San Emiliano- de la Cogolla en La Rioja, pero escritas en otro monasterio riojano, el de Suso

Las Glosas Silenses datan de finales del siglo XI (1.075, aproximadamente). Hay un total de 368 glosas y su nombre procede del hecho de ser encontradas en el Monasterio de Santo Domingo de Silos, en la provincia de Burgos; las anotaciones están en una sola lengua romance.

La Biblioteca Gonzalo de Berceo elaboró esta excelente presentación sobre la Glosas Emilianenses, para que nos hagamos una idea de lo que son:

Presentación

Tradicionalmente se ha considerado que los textos más antiguos que se conocen en castellano son estas glosas. Sin embargo, siempre ha habido dudas acerca del romance específico empleado en ellas; los estudios filológicos actuales consideran que no están escritas en castellano medieval, sino en un romance riojano o navarro-aragonés.


Los cartularios de Valpuesta

Un cartulario es el nombre que recibe un documento escrito por dos o tres personas a lo largo del tiempo, en el caso de los Cartularios de Valpuesta se trata de un compendio de documentos que un clérigo realizó con todo lo que iba encontrando en el santuario.

Los Cartularios de Valpuesta están formados por ciento ochenta y cuatro documentos, procedentes del monasterio de Santa María de Valpuesta (Burgos) y escritos en diferentes épocas y con diferente sistema de caligrafía: los más antiguos en caligrafía visigótica, la propia de la península, excepto Catalunya, y el resto en galicana o carolina, característica del Imperio Carolingio.

Ocho documentos han sido datados en el siglo IX (el más antiguo es del año 899) treinta y nueve en el siglo X, cuarenta y nueve en el siglo XI, noventa en el XII y uno en el siglo XIII. Todos ellos acreditan una mezcla de registros oral y escrito, es decir, romance y latín, que ampara fenómenos fonéticos, morfosintácticos y léxico-semánticos propios del castellano.

Su contenido contenido versa sobre aspectos relacionados con la propiedad, por lo que contiene datos sobre sus gentes y toponímicos en romance de muchos pueblos actuales y de otros desaparecidos, de ríos, montes, valles, campos y hasta vías de comunicación entre lugares.

Fueron publicados parcialmente por primera vez en 1900 por el hispanista francés Luciano Barrau-Dihigo. Posteriormente en el año 1970, María Desamparados Pérez Soler publicaba otra edición del Cartulario de Valpuesta. En 1995, Saturnino Ruiz de Loizaga, paleógrafo del Archivo Vaticano, publicaba el resto de documentos.

En noviembre de 2010 se presentó el resultado de la investigación realizada durante siete años por un equipo de paleontólogos y filólogos. Consta de dos volúmenes, el primero incluye el estudio, la edición y los índices de documentos, personas, lugares y palabras, y el segundo contiene la reproducción fotográfica de los documentos que forman el Becerro Gótico de Valpuesta.

La Radiotelevisión de Castilla y León realizó este breve documental para dar a conocer los Cartularios:

Actividad  35
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