Pero un poeta chileno, Pablo Neruda, la describe así:
luminosa redoma,
pétalo a pétalo
se formó tu hermosura,
escamas de cristal te acrecentaron
y en el secreto de la tierra oscura
se redondeó tu vientre de rocío.
Bajo la tierra
fue el milagro
y cuando apareció
tu torpe tallo verde,
y nacieron
tus hojas como espadas en el huerto,
la tierra acumuló su poderío
mostrando tu desnuda transparencia,
y como en Afrodita el mar remoto
duplicó la magnolia
levantando sus senos,
la tierra
así te hizo,
cebolla,
clara como un planeta,
y destinada
a relucir,
constelación constante,
redonda rosa de agua,
sobre
la mesa
de las pobres gentes.
El autor de una obra literaria intenta sorprender a sus
destinatarios y captar su atención utilizando el lenguaje de una manera
distinta a como se hace normalmente. Ese uso especial del lenguaje
constituye el lenguaje literario.
Entre sus peculiaridades destaca el uso de distintos procedimientos para embellecer la expresión, hacerla más original, llamar la atención, sugerir y persuadir del receptor. Esos procedimientos se denominan recursos o figuras estilísticos o retóricos.
Sin embargo, hay que advertir que las figuras eetóricas no solamente se emplean en literatura sino también en otros ámbitos, como el periodismo y la publicidad, además de la lengua cotidiana, aunque en este último caso, lo hacemos sin darnos cuenta:
¡Te lo he dicho un millón de veces! (es una hipérbole)
Según su naturaleza, los recursos estilísticos pueden ser fónicos
(afectan a los sonidos), gramaticales (afectan a las palabras y al
orden de estas palabras en la oración) o semánticos (afectan al
significado). Veamos algunos en esta presentación: