Los artículos pueden confundirse con los
pronombres personales; distínguelos en estos fragmentos de la novela Pepita Jiménez de
Juan Valera.
No tengas en cuenta las contracciones
Hace
tres días tuvimos el convite, del que hablé a usted, en casa de Pepita
Jiménez. Como esta mujer vive tan retirada, no la conocí hasta el día
del convite;
me
pareció, en efecto, tan bonita como dice la fama, y advertí que tiene
con mi padre una afabilidad tan grande, que le da alguna esperanza, al
menos miradas las cosas someramente, de que al cabo ceda y acepte su
mano.
Como
es posible que sea mi madrastra, la he mirado con detención y me parece
una mujer singular, cuyas condiciones morales no atino a determinar con
certidumbre.
Hay
en ella un sosiego, una paz exterior, que puede provenir de frialdad de
espíritu y de corazón, de estar muy sobre sí, y de calcularlo todo,
sintiendo poco o nada,